La señal más común de un problema del sensor es la activación del indicador luminoso de la presión del aceite en el salpicadero. Si el sensor no funciona correctamente, puede enviar información falsa a la ECU, activando la advertencia, aunque la presión del aceite sea normal. Un indicador luminoso de presión de aceite que parpadea o se enciende y se apaga aleatoriamente también puede indicar un sensor defectuoso o conexiones eléctricas defectuosas. Si el vehículo está equipado con un manómetro de presión de aceite (además del indicador luminoso), puede notar que la lectura es sistemáticamente demasiado baja o demasiado alta, o que fluctúa de forma anormal. Una lectura incorrecta suele ser el resultado de un sensor defectuoso que no mide correctamente la presión. En algunos casos, el fallo del sensor de presión de aceite puede provocar el calado del motor o la pérdida de potencia. Esto ocurre cuando la unidad de control del motor (ECU) recibe información incorrecta del sensor, lo que provoca acciones inapropiadas, como limitar el rendimiento del motor para evitar posibles daños. Si el sensor de presión de aceite está averiado y transmite información falsa, es posible que no avise correctamente al conductor en caso de que se produzca una caída real de la presión de aceite. En este caso, el motor puede carecer de lubricación, lo que provoca ruidos mecánicos como traqueteos o chirridos procedentes de las piezas internas del motor. Un sensor defectuoso puede provocar a veces una falsa alarma indicando falta de aceite, aunque el nivel sea correcto. Esto puede llevar al conductor a añadir aceite innecesariamente, con el consiguiente consumo excesivo de aceite. En algunos casos, un sensor de presión de aceite defectuoso puede afectar a todo el funcionamiento del motor. El sistema de gestión del motor puede entrar en modo «seguro» o limitar el rendimiento para proteger el motor contra posibles daños.